miércoles, 5 de marzo de 2008

El purgatorio de la oficina del paro

Hemos recibido un escrito en nuestro correo electrónico referente a la oficina de la SAE (Servicio Andaluz de Empleo), antiguo INEM. El texto es algo largo pero no he querido resumirlo y lo transcribo tal cual nos ha llegado:

"¿Cuál debería ser el tiempo máximo razonable de espera en un organismo administrativo para realizar una gestión?. Se lo llevo preguntando habitualmente al personal del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) cada vez que tengo que acudir a sus oficinas obligado por el papeleo; pregunta a la que nadie me sabe responder nunca. Por tanto trato de responderme solo: ¿más de una hora se puede tolerar? ¿No es ya un fracaso resignarse a un límite de una hora? ¿Media hora sería lo más razonable?.

Dándole incluso unos márgenes al servicio que creo en otros lugares no se tolerarían, llegué a la conclusión de que esperar más de media hora ya no debería ser aceptado. Y esto es lo que hago: cada vez que tengo que acudir al SAE y pasan los 30 minutos en espera sin ser atendido, pongo una queja. Pero no creo que nadie más lo haga, aunque se espere normalmente mucho más.

La realidad es una oficina de empleo de Algeciras masificada desde hace años. Y este verano sufrió un empeoramiento. Ahora, estos días, para realizar por ejemplo una inscripción en Demandas, se suele superar la hora de espera como poco, normalmente la hora y media, e incluso ayer, me informan, más de 2 horas. Esto es lo habitual. Tiempos de espera que rondan las 2 horas, y me dicen que es normal desde septiembre.

No es nada nuevo desde hace muchos años. Los largos tiempos de espera, el apiñamiento en el estrecho pasillo-sala de espera, sin asientos para la mayoría, el caos a la hora de hacer colas, pedir números, informarse... Uno se pregunta cómo es posible que cientos de personas todos los días soporten esto sin que haya un motín. Los usuarios a veces se miran unos a otros resoplando, indignados, pero siempre callan (callamos) y siempre tragan semejante trato de rebaño.

Y lo peor es que en esta ciudad, Algeciras, no parece trascender por ningún lado que algo así sea un problema. En los medios puede aparecer reflejado por ejemplo el hecho de que el acerado de una calle esté en mal estado, o que se haga botellón, y tantas otras cosas meramente anecdóticas, pero el hecho de que a diario tanta gente tenga por sistema que sufrir un trato de borregos, y estar horas de pie, para una mínima gestión, no resulta tema digno de ser considerado como problema por la opinión pública.

¿De quien es la culpa? ¿Somos los ciudadanos demasiado conformistas o es que a los políticos no les merece la pena atender a un sector de la población, los parados, a quienes, por estar en situación más desfavorecida, no se les debe ninguna atención, ni condiciones dignas. ¿Por qué no se percibe esto en general como uno de los problemas de Algeciras: su caótica oficina del paro? ¿Se trata de lo mismo? ¿Es porque la misma sociedad tiende a ignorar o a “invisibilizar” a este sector intermitentemente desfavorecido y a todo lo que no refleje éxito y boyantes cifras económicas?. Parece subyacer la idea de los parados como una especie de indigentes, y por tanto ya va bien con el servicio “de caridad” que se les da; no tendrían derecho a un servicio adecuado, como sí lo tienen los que trabajan y pagan impuestos sea cual sea su actividad. “¿¡Encima, van a pedir comodidades!?. Hay que pasar por este purgatorio”.

Se trata de un problema simple, de que la oficina de empleo no tiene la capacidad suficiente para el volumen de trabajo que hay en Algeciras. Ahí están las estadísticas y los datos del SAE, que registran los ordenadores, tiempos de espera, número de usuarios al día etc... para demostrar la insuficiencia del servicio y la necesidad de nuevas oficinas. Sólo queda que ciudadanos y autoridades no sigan contemplando como absolutamente normal un espectáculo diario tan bochornoso como este.

Además, está la más que mala distribución de la oficina para el servicio, por ejemplo:

- La puerta es muy estrecha. Los que salen impiden la entrada y viceversa, y como el paso es continuo, resulta a veces realmente difícil e incómodo tanto salir como entrar. El atasco está garantizado siempre.

- Para colmo, la puerta da directamente al primer mostrador donde te informan, donde además tienes justo enfrente la máquina de los números, en un espacio de no más de 3 metros de anchura. Uno entra directamente a la oficina y se encuentra la cola de gente esperando tanto para el mostrador como para la máquina, por la que tienes que abrirte paso, apartando gente, empujando. Tienes la aglomeración principal justo en la puerta, que hace de barrera (además de la estrechez de la puerta) tanto a la entrada como a la salida de gente. No puede estar peor distribuido.

- Lo que sirve de sala de espera no es más que un pasillo largo, de alrededor de 3 metros de anchura con unas cuantas sillas en la pared. La mayor parte de la gente se queda a esperar de pie, y la aglomeración asfixiante es lo normal.

Respecto a los números:

- Te dan número de espera, pero a uno no le queda más remedio que esperarse allí la media hora, la hora o dos horas que le toquen, porque no sabe cuando le tocará. Si te dieran un número o cita con una hora fija, por teléfono, o allí mismo, uno podría irse y volver a la hora que le correspondiera. Lo cual sería bueno tanto para no perder todo el tiempo, como para evitar aglomeraciones."


Este colaborador nos proporciona también dos enlaces en los que el diario SUR trata el tema. Es muy interesante el primero de ellos. En este aparece un comentario de, supuestamente, un funcionario de esta oficina en la que niega que se vayan a ampliar los puestos:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenemos un caso muy parecido en la oficina del D.N.I. con largas colas. Quizás sea necesaria la ampliación de plantilla y sobre todo que trabajen, que luego se quejan l@s señor@s funcionari@s de que se les increpe por su falta de efectividad y por su escaqueo de su lugar de trabajo, ¿o no es escaquearse ir a la compra en horas de trabajo?.Como bien se indica en el articulo, más nos deberiamos quejar para hacer más efectivo a est@s señor@s que tan bien viven detras de una ventanilla, cuando estan.

ASV dijo...

Me alegra ver que hay personas en esta ciudad que no temen levantar la voz tantas veces como sea necesario para que se les oiga. Mis felicitaciones a este señor por su actitud perseverante ante tan maña burla e indiferencia hacia el tiempo de una persona. Es indudable que el INEM de Algeciras ha sufrido un cambio a mejor de un tiempo a esta parte en cuanto a informatización se refiere, cartel electrónico con el número correspondiente, máquina expendedora de turnos divididos por secciones (bastante confusas a veces, todo sea dicho), y una mejora en la distribución de las mesas y el trabajo. Pero salir de la Edad Media para entrar en el Renacimiento no es un gran logro teniendo en cuenta que estamos en el siglo XXI.
Para empezar, la masificación que uno se encuentra diariamente requiere un espacio y acondicionamiento mayor, o en otras palabras, ampliar la oficina. No soy arquitecto ni diseñador de interiores así que no diré cómo distribuirla, pero desde luego no es esa la forma correcta. Es la forma cómoda y barata, que es muy distinto.
Las mesas, si las contáis, son menores en número que los “trabajadores” en una proporción alarmante y burlesca. Luego se quejan de que hay paro… normal, tres funcionarios para cientos de personas al día. No deberían llamarse trabajadores, sino Espartanos.
La celeridad con la que los “trabajadores” del INEM ejercen su labor, o muy rápido o muy lento, da lugar a veces a actuaciones incoherentes, como la vez que tuve el asombro de comprobar como perdía su turno una chica a velocidad de vértigo; no le dio tiempo a cruzar el mostrador cuando ya habían pasado su número. Indignada, tuvo que marcharse de allí gritando de rabia tras horas de espera. De vergüenza.

Anónimo dijo...

VOTA PSOE ANDALUCIA JAJAJAJAJAJA

Anónimo dijo...

La última vez que estuve en la oficina del INEM pareceía que se trataba de una broma con cámara oculta, era absolutamente surrealista.